Las constelaciones familiares son un tipo de terapia creada en los años 80 por el alemán Bert Hellinger. Bert era un reconocido teólogo, pedagogo y espiritualista alemán que desde temprana edad decidió embarcarse en un camino de descubrimiento personal. A sus veinte años ingresó en una orden católica y luego fue enviado como misionero a África del Sur, donde vivió con la tribu zulú. Allí se transformó en maestro y sacerdote e integró su lenguaje de modo natural. Con cada vez más interes  en el proceso de las relaciones interpersonales, observó los rituales de la tribu, su música y el momento de comunión que allí se vivía.

Transformando todas las experiencias humanas comunes y comprendiendo dichas diferencias con las adquiridas  luego de 25 años de servicio, decidió dejar el sacerdocio y retornó a Viena  para continuar con sus  estudios psicoanalíticos. Le interesó investigar qué es lo que lleva a las personas a movilizarse a lo largo del tiempo en un mismo conflicto. Su método, una terapia de desarrollo personal, analiza los conflictos intrafamiliares, en donde el orden en las familias determinado en un escenario "teatral", permite visualizar los destinos de sus miembros. Todos somos parte de un sistema familiar, inconscientemente cargamos con patrones, traumas que fueron muy difíciles de atravesar y resultan irresueltos aún, destinados a transmitirse de generación en generación, volviendo a vivenciarse por otros familiares en futuras y posteriores experiencias de vida.

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Hellinger sostiene que la conducta humana es movilizada por diversas fuerzas. Estas fuerzas nos condicionan y cuando no son observadas dentro del sistema familiar emergen los conflictos, repercutiendo en las generaciones sucesivas.

Este orden familiar esta dirigido por una conciencia común, la cual hace que nadie sea excluido. La terapia pone atención en la familia y sus relaciones, como punto de partida, para descubrir el origen de muchos de nuestros problemas afectivos, relacionales e incluso de enfermedades.

En la practica la terapia se lleva a cabo mediante talleres de Constelaciones Familiares, donde un grupo de personas se reúne y quien quiere trabajar, expone su problema al terapeuta, esto se conoce como “constelar”. Guiado por el terapeuta que le irá dando las indicaciones, escoge, entre los participantes, a las personas que van a representar a los miembros de su familia (o del sistema que se vaya a trabajar -laboral, escuela, afectivo-, etc.).

El resto de personas del grupo también tienen una función importante, ya que son los observadores del proceso y van a ayudar a contener lo que ocurre en el transcurso de la constelación familiar. El terapeuta va acompañando al constelador mientras la constelación va desarrollándose, ayuda a los representantes a que expresen lo que les va sucediendo, con frases sanadoras y con movimientos corporales.

Con el objetivo de que se llegue a una imagen de solución, muchas veces el tema a tratar son las dificultades en una relación con un ser querido, padres, hermanos, pareja o hijos. Se tornan visibles las tensiones, conflictos y relaciones enfermizas ubicadas en el seno de la familia. Es posible que estas dificultades surjan de dinámicas sistémicas inconscientes de la persona o de una relación simbiótica con su madre o padre. Pero a menudo no van por allí.

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La preparación previa al taller es la búsqueda en la propia familia y la información acerca de eventos importantes mediante padres, tíos y tías. Los hechos ocurridos en la familia tienen consecuencias muy fuertes, las cuales son visibles aún a través de las generaciones. Las preguntas adecuadas más importantes son ¿Murió acaso alguien siendo muy joven? ¿Hubo anteriores relaciones de los padres con otras parejas? ¿Hay destinos que hicieron de alguien un excluido? ¿Estos impedimentos fueron físicos, sus hijos naturales? Exiliados, pérdidas de embarazos y un sin fin de temas pueden contemplar el abanico de preguntas.

La constelación lleva a contactar con lo que no ha sido superado y que ronda en el sistema familiar. Esta sensación no está conquistada porque es dolorosa, y a menudo evitamos enfrentarnos a este dolor. Así parece que para algunos seguir sufriendo les resulta más fácil que buscar una solución al dolor. Es difícil comprender esto, pero también esta elección es una posibilidad.

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